8 lecciones de la pandemia: ahorro, ingresos diversificados, pensamiento crítico y bienestar. Cómo COVID-19 cambió nuestras prioridades y perspectiva de vida. Imagen proporcionada por Presidencia Perú.
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Este artículo rinde homenaje a todas las víctimas del COVID-19 y a todo el personal de primera línea que enfrentó la pandemia con valentía, dedicándose a socorrer a los enfermos. Un eterno agradecimiento para ellos, y un recuerdo especial para quienes perdieron la vida por salvar a otras. ¡Muchas gracias!
Lecciones que hemos aprendido.
Aprendimos la importancia de ahorrar.
La escasez y la incertidumbre nos enseñaron que guardar recursos no es avaricia, sino prudencia. El dinero ahorrado se convierte en un colchón de seguridad cuando todo se desmorona. Durante la pandemia, miles de peruanos y personas alrededor del mundo descubrieron esta verdad de manera dolorosa: muchos dependían de un único ingreso y carecían completamente de ahorros. Cuando sus fuentes de trabajo se cerraron abruptamente, quedaron expuestos a la vulnerabilidad total.
El ahorro no es un lujo, es una inversión en nuestra estabilidad y tranquilidad presente y futura. Imagen ilustrada.
Aunque acumular ahorros es difícil en tiempos de incertidumbre económica, contar con un fondo de emergencia es fundamental. No solo nos protege ante crisis de magnitud global como una pandemia, sino también ante imprevistos cotidianos: una enfermedad, la pérdida de empleo, reparaciones urgentes o gastos médicos inesperados. El ahorro no es un lujo, es una inversión en nuestra estabilidad y tranquilidad presente y futura.
Aprendimos que nuestras ideas no siempre coinciden con la realidad.
Aunque respeto múltiples puntos de vista, opiniones, religiones y formas de educación, la pandemia nos demostró que a veces estamos equivocados. Lo que creíamos no siempre era acertado. Debemos combatir nuestros prejuicios e ignorancia con la disposición de aprender de los hechos, sin importar si estos contradicen nuestras creencias previas.
Desarrollar un pensamiento crítico nos permite distinguir entre la información fiable y la manipulada. Imagen Ilustrada.
Si bien aún no existen pruebas sólidas sobre el origen del virus ni un informe oficial definitivo acerca del COVID-19, debemos basarnos en los hechos incontrovertibles y en la experiencia colectiva que vivimos.
Aprendimos a crear varios métodos y canales de ingresos.
Sé que muchos desean emprender, y eso es valioso. Mi recomendación es que, al iniciar un proyecto, generes diferentes fuentes de ingreso y aproveches cualquier trabajo que te resulte sencillo o que puedas cumplir dentro del plazo establecido. Así equilibras demanda y oferta: si un canal falla, otro puede sostenerte. En un mundo tan impredecible, es improbable que todas las fuentes colapsen simultáneamente.
Aprendimos que respetar las normas nos protege.
Puedes tener tus propias opiniones y pensamientos; respeto profundamente tus ideas y valores. Sin embargo, comprender y acatar las leyes o los lineamientos útiles de un gobierno protege tanto a uno mismo como a los demás. Ese respeto es, en esencia, amor al prójimo. Si el gobierno impone horarios de confinamiento, obedécelo; si recomienda medidas de protección, síguelas.
Durante la pandemia de COVID-19, muchas personas desobedecieron las normas impartidas por el gobierno, ya sea por falta de conciencia sobre la magnitud real de la crisis o por creer que estaban protegidas del virus. Esta percepción, aunque comprensible ante la incertidumbre que reinaba, resultó contraproducente.
Comprender que nuestras acciones individuales tenían consecuencias colectivas fue una lección fundamental. Imagen Ilustrada.
Quienes no acataban las restricciones se convertían en potenciales portadores del virus, multiplicando exponencialmente el riesgo de contagio en sus comunidades. Comprender que nuestras acciones individuales tenían consecuencias colectivas fue una lección fundamental que muchos tardaron en aprender.
Aprendimos que los medios de comunicación pueden decirnos la verdad o engañarnos.
Muchos canales de televisión sesgan hechos reales para favorecer sus intereses, pero también pueden ofrecer información veraz. Desarrollar un pensamiento crítico nos permite distinguir entre la información fiable y la manipulada. No se trata de desconfiar de todo, sino de ser selectivos.
Aprendimos que es posible aprender por internet sin salir de casa.
Para mí la vida no cambió radicalmente porque siempre trabajé en línea; la pandemia simplemente aumentó la demanda. Aprender y estudiar por internet funciona, y con tiempo y paciencia se pueden lograr los objetivos. La educación formal no es la única vía hacia el conocimiento.
Aprendimos que todo tiene su tiempo.
Para muchos taxistas y conductores, el tráfico en horas pico siempre ha sido un problema. Durante la pandemia, sin embargo, muchas vías quedaron vacías. Cada situación tiene su momento, y la paciencia es la clave para afrontarla. Lo que hoy parece insoportable mañana puede cambiar.
La pandemia nos enseñó a valorar la vida en el campo.
La pandemia nos enseñó a valorar la vida en el campo. Miles de personas en todo el mundo, incluyendo muchas en el Perú, buscaron en las zonas rurales una alternativa diferente a la realidad de las ciudades. Algunos esperaban escapar del virus, mientras que otros huían del desempleo y el cierre de negocios.
Conocí numerosos casos de familiares y conocidos que se mudaron a regiones campesinas, donde los controles de seguridad, el toque de queda y las restricciones gubernamentales no se aplicaban con la misma rigidez que en las ciudades.
La vida en el campo no solo es viable, sino que en muchos aspectos es superior. Imagen Ilustrada.
Lo interesante es que esta migración no fue solo una huida del miedo, sino una decisión que encontró justificación en los hechos: muchas zonas rurales registraban tasas de infección significativamente más bajas. La vida transcurría con mayor normalidad, ofreciendo algo que las ciudades no podían: espacio, aire limpio, tranquilidad y una libertad relativa. Esta experiencia nos demostró que existen alternativas de vida dignas más allá de las urbes congestionadas.
Aunque no todos tenemos la opción de mudarnos, la pandemia nos dejó una lección valiosa: la vida en el campo no solo es viable, sino que en muchos aspectos es superior. Si alguna vez tienes la oportunidad de experimentarla, te animo a considerarlo seriamente. Podrías descubrir que el verdadero bienestar no siempre está donde creíamos que estaba.
Mi conclusión personal.
«No todo fueron desventajas durante la pandemia», me dijo mi madre después de haber superado el COVID-19.
«Tuvimos la oportunidad de conocernos mejor y valorar las cosas que nos rodeaban». Sus palabras resumían una verdad que muchos descubrimos durante esos meses de confinamiento.
Al permanecer en casa, aprendimos a observar a nuestros familiares y a las personas que más amamos desde una nueva perspectiva. Sea cual sea la circunstancia, debemos esforzarnos por mantener una actitud positiva y practicar valores que nos permitan vencer el mal con el bien. Solo así alcanzaremos la prosperidad.
Pase lo que pase en el futuro, debemos aferrarnos a la esperanza y ver las cosas con optimismo. Aunque el dinero sea importante, hay bienes que debemos valorar aún más: la familia, la salud y, sobre todo, la esperanza.
Nunca la perdamos.