Consejos realistas para elegir carrera después del colegio. Aprende a manejar la presión familiar, identificar la envidia y tomar una decisión alineada a la demanda laboral. Elige con inteligencia, no solo por prestigio. Capitulo 1.
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Capitulo 1
Aunque tus padres o tutores quieren de forma innata lo mejor para ti, es bueno recordar que la vida no es una línea recta o perfecta. Y aunque suele ser muy alentador que quieran lo mejor para ti, también es bueno reflexionar que no toda esa narrativa suele ser verdad, pues en muchas ocasiones está llena de sesgos y prejuicios que hay que tratar de evitar a toda costa. ¿A qué me refiero?
Me refiero a los sesgos y prejuicios que se perfilan en esa narrativa de «querer lo mejor para ti». Aunque suene bien y sea profunda y verdadera, hay que saber que a veces conlleva exigir algo a cambio o superar expectativas. Y eso puede ser perjudicial, porque puedes crecer con esos sesgos y repetir el mismo ciclo. Por ejemplo, como padres podemos decirles a nuestros hijos que deseamos lo mejor para ellos, pero muchas veces eso se transforma en narrativas llenas de expectativas, y eso está mal.
He aquí algunos detalles.
Muchos padres suelen narrar que sus vidas han sido difíciles y crean expectativas en sus hijos de tal forma que te pueden poner en un pedestal. Por ejemplo, tu mamá podría decirte que estudiar Medicina es muy importante porque te dará estatus, respeto y un buen salario, y puede denigrar otras carreras profesionales tan esenciales como esa. Al narrar esa expectativa, crea en ti una ilusión incierta que se transforma en un sesgo. Cuando finalmente te topas con la realidad, comprendes que estudiar Medicina no significa que tu vida se eleve inmediatamente o que ganes mucho dinero. Simplemente es una narrativa con la que debes tener cuidado. Todas las carreras son importantes; hay que fomentar la humildad y valorar el talento de las personas por encima del prestigio de una carrera.
Para ser rico, no se trata de estudiar una carrera prestigiosa o muy compleja. De hecho, la realidad demuestra que las carreras menos pensadas suelen ser las que más dinero generan. Si vamos a las investigaciones y los hechos, nos daremos cuenta de que hay personas ricas sin haber estudiado, y otras con pocos conocimientos complejos que son prósperos empresarios. Lo curioso es que ni siquiera pisaron la universidad y solo recibieron una capacitación básica. Los ejemplos más comunes son personas dedicadas a la panadería o a la venta de abarrotes.
El mito de que estudiar una carrera muy compleja y bien vista te convertirá en el próximo Bill Gates o Elon Musk es falso. Más bien, si logras aplicar todo el conocimiento que aprendes en algo rentable, probablemente tu situación será mejor que la de otros profesionales, pero eso no garantiza tu futuro. Si vas a tomar la decisión de estudiar una carrera «top» (como se suele decir en mi país) solo por eso, no está bien. Lo que tienes que hacer es comprender que la vida no funciona así, y de eso hablaremos en este primer paso.
Las realidades de la vida.
Aunque muchas personas, incluidos tus padres, señalan que estudiar una carrera te puede hacer ganar buen dinero, la verdad es que no es cierto del todo. Para ganar mucho dinero, se necesita un conocimiento profundo de algo que pocos sepan, que tenga demanda y que puedas aplicar con estrategias. Es decir, no solo se trata de estudiar y conocer; se trata de tener la capacidad de aplicar lo que sabes y venderlo.
Te cuento mi experiencia: cuando estaba a punto de terminar el colegio, mi padre siempre me influenció para que estudiara para ser Oficial de Policía. Decía que era una gran decisión porque todos los policías tienen trabajo seguro; a diferencia de otras carreras con más años de estudio, esta era corta y en poco tiempo ya estaría trabajando y ganando un sueldo. Mientras mis compañeros aún estaban estudiando, graduándose y buscando trabajo, yo —en teoría— ya estaría ganando dinero y llevando ventaja. Esa fue la teoría de mi padre, y por mucho tiempo le hice caso. Pero después de años y de madurar, pude comprobar que se trataba de una teoría mal hecha.
Algunos compañeros que decidieron ser oficiales o policías terminaron sus estudios rápidamente y tuvieron la ventaja de asegurar un trabajo y un sueldo. Es verdad: los policías no sufren para buscar trabajo porque el estado les brinda un puesto. Esos compañeros ya tenían esa ventaja, mientras que el resto de nosotros seguíamos estudiando y enfrentándonos a la cruda realidad de terminar la carrera y buscar trabajo.
Ahora bien, esto suena interesante, pero no es del todo preciso. No deseo que pienses que tengo prejuicios, pero la realidad es que, después de varios años, observé que muchos de esos compañeros que estudiaron carreras cortas ya tenían familia e hijos, pero la mayoría se encontraba en una situación financiera no tan buena. Muchos aún vivían en casa de sus padres o alquilaban departamentos. Y eso me hizo pensar: ¿cómo es posible? Se supone que al estudiar una carrera, uno debería mejorar su condición de vida. ¿Dónde quedaron aquellas referencias que me hacían mis familiares? Aquellas referencias fueron puntos de vista superficiales, dichos con prejuicios y sesgos. Y espero que la nueva generación —los hijos de mis compañeros— reciban una educación más integral para enfrentar la vida de forma más eficiente y realista.
En resumen, después de formar un grupo de WhatsApp por el fallecimiento de un excompañero y reunirnos, pude darme cuenta de que las vivencias de muchos no eran buenas. Eran susceptibles y no estaban bien financieramente: tenían sueldos bajos, deudas, hijos que mantener, facturas por pagar e incluso adicciones.
En mis propias palabras, muchos de nosotros estábamos en situaciones parecidas. Aquellos compañeros que considerábamos muy inteligentes en la escuela, o que solían ocupar los primeros puestos, terminaron eligiendo carreras distintas a las que siempre mencionaban, y en varios casos optaron por áreas afines. Al conversar sobre temas específicos de sus profesiones, me sorprendía ver que aún estaban en proceso de aprender, lo cual era natural en esa etapa. Recuerdo, por ejemplo, a una compañera de Contabilidad que, cuando le pedía ayuda en un tema concreto, prefería investigar antes de dar una respuesta o me refería a otra persona. Eso me hizo darme cuenta de que, en realidad, todos seguíamos formándonos y que nadie podía considerarse un experto todavía.
Las promesas de una carrera profesional y «top» nunca funcionaron, y todos se toparon con la realidad de la vida. Y es aquí donde te pregunto: ¿Qué puedes hacer tú ahora que estás en el punto uno de tu vida y quieres tomar la decisión de estudiar?
Antes de continuar con el siguiente paso, es menester que seas sincero contigo mismo y con tus circunstancias actuales. Aunque quizá no logres comprender al 100% todo lo que he escrito aquí —o tal vez sí—, es importante que elijas una carrera que, ante todo, te brinde un salario decente (lo cual, por supuesto, es importante y evidente), pero que también dé sentido a lo que haces. Sin embargo, en la práctica, son pocas las personas que aciertan en este último aspecto. Al final —me incluyo— casi siempre terminamos dedicándonos a algo que nunca pensamos hacer, y lo que estudiamos simplemente lo olvidamos con el tiempo o lo conservamos solo como cultura general.
Es extremadamente difícil trabajar en aquello para lo que nos preparamos académicamente, y tarde o temprano terminamos desempeñando labores que nunca aprendimos en la escuela o en la universidad. Y si ahora piensas —como yo lo pensé a los 16 años— que en tu caso será diferente, tarde o temprano la realidad de la vida y su sistema te mostrarán en qué posición te encuentras. La situación actual, comparada con la que vivirás en el futuro, inevitablemente te llevará a adaptarte a lo que exista en ese momento o a lo que sepas hacer en ese instante.
La educación teórica se queda, muchas veces, solo en teoría; en cambio, en la práctica, únicamente los conocimientos aplicables tienen éxito. Por eso, mi recomendación es que te enfoques en carreras con demanda y proyección a largo plazo. Por ejemplo, las carreras técnicas ofrecen mucho futuro, porque con el tiempo pueden transformarse en convalidaciones y abrirte la posibilidad de convertirte en ingeniero. O, quizá, ya te sientas realizado al obtener un sueldo estable y decidas conformarte con ello. Y eso es válido, no necesariamente malo.
En el siguiente paso, conoceremos el proceso para elegir una carrera demandada y cómo hacerlo si tienes muchas opciones en mente o si ya realizaste un test vocacional diseñado para recomendarte estudios universitarios, pero cuyos resultados, a la larga, no siempre son los mejores. Personalmente, no confío en estos tests porque rara vez resultan eficientes ni ofrecen un análisis profundo; más bien, suelen arrojar resultados que, en muchas ocasiones, terminan incentivando a estudiar en la misma universidad que los diseñó.
Procedamos con el siguiente paso.