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Descubre cómo el perdón y la perspectiva positiva transforman tu vida. Aprende a manejar el estrés, liberarte del resentimiento y mejorar tu bienestar emocional y físico.

Consejo 1: No te tomes las cosas a pecho; ninguna (literalmente)

Cuando me refiero a no «tomarse las cosas a pecho», hablo de todas aquellas situaciones que simplemente no podemos controlar. No podemos controlar el clima de un día para otro, ni obligar a una persona con un pensamiento diferente a que piense como nosotros, ni acelerar el trabajo de alguien para que termine un proyecto en menos tiempo. Si lo pensamos bien, hay innumerables situaciones que, a pesar de todo nuestro esfuerzo, nunca podremos controlar. Y eso es completamente normal; es parte de ser humanos, de reconocer que no tenemos esa capacidad absoluta.

Sin embargo, no estamos indefensos. Contamos con herramientas poderosas que nos pueden ayudar a navegar estas situaciones con mayor paz, y te las comparto a continuación.

Mira el lado positivo de las cosas.

Una de las prácticas que más me ha ayudado a no estresarme en exceso es ver siempre el lado positivo. Sí, en todo, incluso en lo difícil. Sé que suena complicado de entender, especialmente cuando enfrentamos situaciones graves donde realmente no parece haber nada positivo. Tienes razón: no siempre es fácil encontrar algo bueno en el dolor o la tragedia.

Pero aquí está el punto fundamental: no se trata de negar lo negativo o vivir en una ilusión. Se trata de aprender a identificar en cada situación las cosas positivas que han sucedido o las acciones positivas de las personas involucradas, y centrarnos deliberadamente en ello. Esta práctica es más que un pensamiento optimista; es una herramienta que cambia cómo procesamos el dolor.

Créeme, aprender a mirar el lado positivo te hará sentir mejor y beneficiará tu salud de manera comprobable. Si hay alguien que no te agrada o incluso si tienes enemigos, debes aprender a ver el lado positivo de las cosas. Te sorprenderá descubrir de manera científica cómo el saber perdonar y enfocarse en lo bueno genera bienestar real en tu cuerpo y mente.

Una lección aprendida en el dolor.

Esta situación me recuerda una anécdota de mi padre. Cuando mi madre enfermó de COVID-19, aparentemente tras asistir a la iglesia, él se estresó en exceso. Se enojó mucho e incluso tuvo una actitud áspera con varios hermanos de la iglesia, especialmente con el pastor. En ese momento tan difícil, yo traté de buscar el lado positivo de todo ello, aunque pareciera contraproducente.

Cada vez que alguien llega a mí con un problema, no solo le doy una solución, le doy la solución que aprendí a través del dolor.
Cada vez que alguien llega a mí con un problema, no solo le doy una solución, le doy la solución que aprendí a través del dolor. Imagen Ilustrada.

Fue precisamente en ese momento crítico cuando aprendí una lección invaluable y comprobé en vivo lo que la Biblia nos enseña acerca del perdón. Esta experiencia transformó no solo a mi padre, sino también mi forma de entender el poder del perdón.

La importancia del perdón: una historia real.

Una noche el pastor de la iglesia de mi madre vino a conversar con nosotros sobre asuntos de la congregación. Sin embargo, mi padre sentía tanta vergüenza que fingió irse a dormir y se encerró en su habitación, desde donde escuchaba todo.

La razón de su ausencia era un conflicto previo. Mi padre había discutido con el pastor sobre el uso de mascarillas en la iglesia, defendiendo apasionadamente que era importante y obligatorio. Había cuestionado la actitud de muchos hermanos que no las usaban, creyendo erróneamente que por ser «cristianos» Dios los protegería. Esta negligencia lo había enfurecido especialmente porque mi madre se había contagiado de COVID-19, y él estaba seguro de que fue en la iglesia donde se infectó.

Cuando el pastor llegó esa noche con una postura condescendiente sobre el tema—sin condenar que muchos hermanos ignoraran las normas de seguridad—mi padre no pudo contenerse. Gritó desde su habitación, salió visiblemente tenso y se enfrentó al pastor. Las palabras escalaron rápidamente y mi padre perdió los estribos.

Aprendí a ser más prudente, más fuerte, a buscar soluciones concretas antes de que mi salud vuelva a sufrir
Aprendí a ser más prudente, más fuerte, a buscar soluciones concretas antes de que mi salud vuelva a sufrir. Imagen Ilustrada.

Yo estaba presente e intenté intervenir, pidiendo que bajara la voz y dejara de insultar. Mi padre estaba quebrantado por el sufrimiento de mi madre y el estrés acumulado; la postura del pastor fue la gota que derramó el vaso. Aunque comprendía que tenía razón sobre las mascarillas, sabía que permitir que la conversación continuara solo generaría más daño.

Con paciencia, conseguí calmarlo. Luego tomé la iniciativa y hablé directamente con el pastor sobre el asunto de una manera más serena. Creo que nos entendimos. Después de terminar la conversación, mi padre se retiró al baño para recuperarse.

Cuando volvió, aprecié lo que Dios había hecho en ese mismo instante con él. El Espíritu Santo llenó su persona y, con una actitud humilde y llena de amor, se acercó al pastor y le dijo:

—Hermano, deseo que usted me perdone.

Inmediatamente, todo el ambiente cambió. La tensión y el estrés desaparecieron en tiempo real. Fue en ese instante cuando recordé las palabras de Jesús cuando le dijo a Pedro: «No te digo que hasta siete veces, sino aun hasta setenta veces siete» (Mateo 18:22).

Sé que muchas veces he oído y leído este pasaje de la Biblia, pero son pocas las veces en que me he preguntado: ¿Qué beneficios trae perdonar siempre? Hace tiempo obtuve una respuesta al ver un video científico sobre la importancia y los beneficios del perdón. Pero esa noche comprendí todo acerca del perdón de una manera profunda y real.

Esa noche pude sentir cómo la situación cambió de un momento a otro, cómo la tensión se disipó, y supe que todo lo que dice la Biblia es verdad. Vi en vivo cómo el perdón transformaba no solo a mi padre, sino a todos en ese ambiente. El acto de reconocer el error, de humillarse y pedir disculpas, generó una reconciliación genuina que sanó la brecha que había entre ellos.

Ese momento me enseñó que el verdadero perdón no surge del estar de acuerdo en todo, sino de la disposición de reconocer nuestros errores y escuchar con empatía, incluso cuando estamos heridos. El perdón es la clave que desata las cadenas del resentimiento y abre las puertas a la paz.

El poder que tenemos sobre nuestras acciones.

Sé que más arriba en este artículo aseguré que «hay cosas que no podemos controlar», pero la verdad es que, en muchos casos, no es así. Esa misma noche, todos dormimos bien. Toda dolencia, todo estrés y toda carga se fueron gracias al sabio y gratuito consejo del perdón. Lo que ocurrió fue real: independientemente de tus creencias religiosas, la importancia del perdón tuvo un impacto positivo y medible en nuestra salud.

En lugar de lamentarme por lo que perdí, creé algo mejor.
En lugar de lamentarme por lo que perdí, creé algo mejor. Imagen Ilustrada.

Respeto profundamente si no eres creyente de lo que dice la Biblia. Pero te animo a que sigas este consejo, o al menos que te esfuerces por practicarlo. Saber perdonar nos ayuda a aplicar la sabiduría necesaria para aprender a controlarnos a nosotros mismos.

Cómo aplicar esto en tu vida.

Darnos cuenta de que podemos mirar el lado positivo de las cosas es el primer paso para vivir sin aprietos o situaciones tensas. Consideremos ejemplos prácticos que cualquiera puede enfrentar.

Puede que nuestra pareja nos estrese demasiado porque siempre llega borracho o no nos proporciona la pensión de nuestros hijos. En estos casos, aprender a tomar las cosas por el lado positivo y saber perdonar no significa permitir el abuso, sino liberarnos del resentimiento que nos enferma. Te hará sentir mejor y beneficiará tu salud emocional y física. Nadie desea estar enfermo; y la mayoría de nosotros no deseamos tener mala salud si somos conscientes de ello.

En tu trabajo, es probable que enfrentes superiores o personas que quieren ser más listas que tú. En estos momentos, tienes que aprender a manejar la situación y ver todas sus actitudes como algo secundario—es decir, no tomarte las cosas a pecho o de manera personal. Deja que sigan con sus actitudes, porque tarde o temprano terminarán mal. No es necesario que te vengues; la vida misma está diseñada para que todas las personas paguemos por las cosas que hemos hecho.

El principio del bien y el mal.

La Biblia nos asegura que, si deseas prosperar en esta vida, es necesario que te esfuerces por hacer el bien. ¿Cuál es el objetivo detrás de este consejo? El objetivo es que puedas vencer el mal haciendo el bien. Si eres una persona que siempre está haciendo el mal, tarde o temprano el bien caerá sobre tu mal, y ya no seguirás así. Es una ley natural de causa y efecto.

Por eso, mira siempre el lado positivo de las cosas. Si algo no te gusta, busca el lado amable y positivo que tiene. No te pido que fomentes o seas cómplice de la maldad u otro antivalor, solo que mires las cosas positivas y seas justo en tu evaluación. Si pones en práctica este consejo, te aseguro que vas a mejorar como persona, y el impacto se verá tanto en tu vida presente como en tu futuro.