Mi experiencia como anfitrión en Airbnb en una casa de campo. Aprende estrategias para optimizar gastos, mantener la propiedad y brindar un servicio de calidad.
Uno de los sueños que cumplí hace algunos años fue vivir en el campo. Construí una casa grande en medio de una zona rural, algo que parecía una meta imposible pero que, gracias al esfuerzo, la inteligencia y, sin duda, a la ayuda de Dios, se hizo realidad. Sin embargo, tener una casa grande también viene con desafíos que no anticipé.
Casa Polska, casa de campo. Imagen por Irvis Murillo.
¿Por qué decidí usar Airbnb?
Cuando me enfrenté a los gastos operativos de mantener la propiedad—servicios básicos como internet, agua y electricidad que no son nada baratos—necesitaba una solución. Al principio, vi la casa más como un pozo sin fondo de gastos que como un activo. Pero fue precisamente esa necesidad la que me llevó a publicarla en Airbnb.
La idea también surgió de una visión más profunda: quería permitir que otras personas visitaran mi casa de campo para escapar de la rutina agobiante de la vida en la ciudad. Yo viví muchos años en la ciudad y sé lo agotador que es sentirse atrapado en una repetición estresante. Entiendo que ese ajetreo constante genera ansiedad y que todos necesitamos desconectarnos para recuperar el equilibrio. Ahora puedo brindar a otros esa oportunidad mientras mantengo mi propiedad.
Así, Airbnb se convirtió en una doble solución: por un lado, ofrezco un espacio de descanso a quienes lo necesitan; por otro, obtengo el ingreso necesario para solventar los gastos y mejoras de la casa.
Los primeros pasos.
Tomé mi iPhone y saqué fotos de los rincones más emblemáticos de mi casa, seleccionando las mejores para publicar. A los tres meses, recibí a mi primer grupo familiar. Afortunadamente, fueron personas muy respetuosas y educadas, y esa experiencia me abrió los ojos a una oportunidad que apenas vislumbraba.
Conforme llegaban más huéspedes, fui aprendiendo qué elementos realmente necesitaban y cuáles no. Al principio, proveía de muchas cosas, pero con el tiempo me di cuenta de que la mayoría solo necesita lo esencial.
Por ejemplo, ofrecer demasiados cubiertos, vasos o muebles en el exterior parecía una ventaja, pero resultó contraproducente. Al tener tantas opciones, los huéspedes probaban una tras otra y dejaban la casa más desordenada, generando más trabajo para mi equipo de limpieza. Descubrí que limitar las opciones hacía que los huéspedes fueran naturalmente más ordenados, lo que mejoraba significativamente la eficiencia de la limpieza.
Lo que aprendí en el camino.
La cocina y los vasos: Dejaba demasiados cubiertos y vasos de vidrio fino. El problema: se rompían constantemente. Mi solución fue reemplazarlos por vasos de acero inoxidable, prácticamente irrompibles. He dejado de tener que reponer vajilla constantemente.
Lo indispensable: Por el contrario, elementos como el papel higiénico y el jabón líquido para manos son fundamentales. No solo por higiene, sino porque contribuyen a la presentación y comodidad del huésped.
Tecnología para optimizar gastos: Implementé varias estrategias inteligentes. Limité la presión del gas en la cocina para que los huéspedes consumieran menos sin darse cuenta. También instalé un interruptor con conexión Wi-Fi para apagar las luces de forma remota, ya que notaba que dejaban las luces encendidas día y noche. Integré tecnología IoT en enchufes y breakers para supervisar y programar su encendido y apagado, incluso en parlantes de sonido, programándolos para desactivarse a hora determinada y así respetar el silencio de los vecinos.
Smartlife es la aplicación que te permite gestionar cada aspecto de tu alojamiento, desde la seguridad hasta el control de cada interruptor y enchufe.
Somos de las pocas casas de campo con la misión de ofrecer la propiedad completamente amoblada y lista para usar. Todos nuestros huéspedes encuentran todo lo necesario: cocina equipada, camas con sábanas, parrilla para asar, incluso un equipo de sonido para amenizar sus reuniones.
Esta filosofía de servicio no solo nos diferencia en el mercado, sino que refleja nuestro compromiso de hacer que cada visita sea memorable. Desde los primeros días hasta hoy, he ido mejorando tanto el anuncio como cada aspecto de la casa, aprendiendo con cada grupo de huéspedes que llega.
Mi experiencia trabajando con Airbnb.
Airbnb es una plataforma muy segura. Todos los huéspedes que me han llegado a través de ella han sido personas educadas, respetuosas y limpias. En general, nunca he tenido problemas serios; los más graves suelen ser averías domésticas o preguntas importantes, pero nada que afecte a la seguridad o la convivencia.
Con respecto a la seguridad, confío plenamente en Airbnb debido a sus medidas integradas. Me da tranquilidad saber quiénes se alojan en mi hogar, y a cambio, yo me esfuerzo por proporcionarles un servicio de calidad que supere sus expectativas.
La tentación de las reservas directas: Una lección que aprendí.
Precisamente por esa confianza en Airbnb, he decidido mantenerme fiel a la plataforma, rechazando alternativas que parecen atractivas pero son riesgosas.
Aunque ha existido la tentación de trabajar directamente con los huéspedes para evitar comisiones, no lo recomiendo en absoluto. Las dos veces que lo intenté, el resultado fue negativo. En ambas ocasiones, tuve problemas graves que casi me ponen en aprietos legales y se produjeron daños considerables en la propiedad.
Tras esas experiencias, tomé una decisión: ya no acepto reservas directas. Aunque pueda parecer atractivo que el huésped ahorre y tú ganes un poco más, no tienes garantías de ningún tipo. Si algo sale mal —desde un impago hasta daños materiales—, no existe un respaldo ni una forma clara de compensar las pérdidas.
Mi consejo final.
Si estás pensando en recibir reservas directas, no lo hagas sin contar con todos los mecanismos legales y contractuales para garantizar la estancia y proteger tu propiedad. La seguridad y paz mental que ofrece Airbnb, en mi caso, valen mucho más que cualquier comisión.