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El autor, partiendo de experiencias personales de adversidad como un desastre natural y una pérdida familiar, argumenta que mantener la salud integral es crucial para el testimonio cristiano. Para lograrlo, propone combinar la fe—mediante la oración y la confianza en Dios—con acciones prácticas como buscar consejo sabio y enfocarse en soluciones. Concluye que este cuidado integral permite servir mejor y disfrutar de la vida pluma que Dios ofrece.

Cuando Tu Cosecha se Pierde: Cómo Cuidar tu Salud Integral en Tiempos de Crisis

Como cristianos, nos esforzamos por mantener una buena salud para poder servir de testimonio. Sin embargo, esta meta puede resultar difícil de alcanzar cuando enfrentamos circunstancias adversas que afectan nuestros planes y sueños.

Un ejemplo de esto fue el fenómeno de El Niño costero que afectó al Perú en 2017. Este evento climático, que impactó gravemente las ciudades de la costa, tuvo consecuencias devastadoras. En mi ciudad natal, una localidad del norte donde vivía, las inundaciones de agua (hasta nueve diarios) arrasaron con el 99% de los cultivos, incluidas las ocho hectáreas que trabajaba mi padre. Al visitar la tierra, el panorama era desolador, como si explosivos hubieran arrasado todo. La electricidad estuvo cortada durante semanas, y la situación se prolongó por tres meses. Esta experiencia nos recordó el poder abrumador de la naturaleza.

¿Cómo mantener la serenidad cuando proyectos emprendidos con amor y esperanza se ven destruidos? Situaciones como estas pueden minar la confianza, generar desánimo y afectar la salud. Por ello, es crucial buscar una perspectiva que permita sobrellevar estas pruebas.

La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará su corazón y su mente en Cristo Jesús.
La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará su corazón y su mente en Cristo Jesús. Imagen ilustrativa.

Quizás usted esté enfrentando su propia adversidad: problemas matrimoniales, enfermedades, pérdida de seres queridos, crisis económicas o grandes frustraciones. Cada persona enfrenta desafíos que considera abrumadores. Mi deseo es animarle a que, cualquiera que sea su situación, no permita que estas circunstancias le hagan perder la esperanza que Dios le ofrece.

El impacto de las preocupaciones en la salud.

Está comprobado que las preocupaciones excesivas, incluidas aquellas por situaciones que aún no ocurren, pueden dañar seriamente la salud. Una de las ansiedades más comunes es la relacionada con la economía familiar, especialmente cuando hay hijos que mantener. Esta preocupación, aunque entendible, puede consumirnos si no la manejamos adecuadamente.

Un ejemplo personal: en 2019, mi abuela falleció repentinamente por un paro cardíaco. Tras su muerte, descubrimos que tenía deudas que superaban los 35,000 soles (más de 10,000 dólares), cuyo destino desconocemos con el uso de ese dinero. Este hecho me dejó una lección clara: las preocupaciones y las deudas mal manejadas pueden tener consecuencias graves para la salud. Es fundamental llevar una vida equilibrada y vivir dentro de nuestras posibilidades.

Encontrando paz en medio de la tormenta.

Jesús enseñó que no debemos angustiarnos por el día de mañana, pues cada día tiene sus propios desafíos, y nos instó a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia (Mateo 6:34). Aunque aplicar este principio puede parecer difícil, es clave para evitar que las preocupaciones nos abrumen.

¿Cómo ponerlo en práctica?

La oración como fundamento: Presente sus preocupaciones a Dios en oración, con acción de gracias. La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará su corazón y su mente en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7).

Busque consejo sabio: Acérquese a personas espiritualmente maduras y con experiencia, que puedan ofrecerle una perspectiva basada en la fe. La sabiduría práctica es invaluable (Proverbios 11:14).

Valore el consejo familiar: Si tiene una buena relación con sus padres y ellos le han criado en valores sólidos, su consejo puede ser de gran ayuda. No es una mala idea pedir consejos a nuestros padres, sobre todo, cuando ellos han desarrollado una madurez comprobada.

Enfóquese en soluciones prácticas: Identifique qué aspectos de su situación puede resolver y actúe con diligencia. Si necesita trabajo, busque activamente oportunidades.

Cultive la paciencia y nuevas habilidades: Las dificultades pueden enseñarnos humildad y resiliencia. Dios usa estas experiencias para perfeccionar nuestro carácter (Santiago 1:2-4).

Dios siempre ha mostrado interés por el bienestar de su pueblo. En la ley mosaica, por ejemplo, estableció normas de higiene que, incluso hoy, son bases de la salud pública (Levítico 14:8-9). Si bien no estamos bajo esa ley, el principio de cuidarnos permanece.

La salud integral abarca no solo lo físico, sino también lo emocional y espiritual. Para evaluar su salud emocional, reflexione:

  • ¿Me irrito con facilidad?
  • ¿La impaciencia me domina?
  • ¿Me frustro rápidamente cuando las cosas salen mal?

Si responde que sí, estas prácticas pueden ayudarle:

Viva el presente: Cuando se dedique a actividades como la predicación, concéntrese plenamente en el momento.
Ejercite cuerpo y mente: Una rutina de ejercicio y respiración ayuda a liberar tensiones y oxigenar el cuerpo.
Ayude a otros: Servir desinteresadamente a quien lo necesita produce gran satisfacción (Hechos 20:35).
Contemple la creación: Dedique tiempo a observar y meditar en la naturaleza, reconociendo la mano de Dios en ella.

Conclusión.

Mientras esperamos la realización de las promesas de Dios, estamos llamados a imitar a Jesús, quien es el camino, la verdad y la vida. Cuidar nuestra salud—física, emocional y espiritual—nos permite estar mejor preparados para la buena obra de servirle. Si su salud está afectada, no pierda la esperanza. Confíe en que Dios, en su soberanía, puede usar incluso los avances de la ciencia para nuestro bien. Cuide de sí mismo para gozar de la vida plena que Dios desea para usted.

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